El "partido del año" (no sé cuántos van ya) llegó a su fin. La cuarta Copa de Europa estaba en juego tanto para culés como para mancurianos. Volvían a enfrentarse prácticamente los mismos protagonistas de la final de Roma, aunque presuntamente con un nivel de igualdad más alto que en el encuentro de 2008.
El comienzo del encuentro rememoraba a los diez primeros minutos de la anterior final. Los de Ferguson achucharon de lo lindo con una táctica de presión calcada a la de hace tres años. Un Alves descentrado en la primera parte, obligó a los centrales realizar un mayor esfuerzo -Mascherano, de diez-. Luego, ocurrió exactamente lo mismo que la otra vez; la avalancha de los de Manchester se amansó una vez reflejado el minuto 10 en el luminoso. Parecía que el Manchester ya había cumplido por el momento, y que le tocaba al Barça imponer su estilo.
Numerosas ocasiones de los locales acabaron por obtener recompensa con el gol de Pedro. Mientras Messi continuaba con su recital de magia, Xavi -autor de la primera asistencia- comenzó a tomar su habitual papel de protagonista en lo que mejor se le da: la manija del balón. Perdí la cuenta de las oportunidades que tuvo `El Guaje´ para marcar el primer tanto del conjunto blaugrana, no por ello hay que menospreciar su gran partido de ayer a pesar de la falta de puntería (eso sí, marcó el gol del cierre). Pero los ingleses, aparentemente apagados, vieron la luz con el gol de Rooney (posición antirreglamentaria de Giggs en el pase de gol) en el último suspiro de la primera mitad. Todo abierto.
No hubo segunda parte. El gol de los ingleses fue una auténtica tapadera. Ningún rechiste ante la actuación de los de Pep en el segundo periodo. Messi sacó su fusil para marcar un gol que todos preveíamos. Fergie tardó en internar al "sacrificado" Nani para provocar un cambio en el juego de los Red Devils. La magistral parábola de Villa cerraría la lata de un partido sin "peros" para el Fútbol Club Barcelona. La cuarta "orejona" llega a la ciudad Condal.
Me llamó la atención la falta de efusividad de los jugadores a la hora de la celebración; parece que de tanto ganar en tan poco tiempo, se les ha olvidado el verdadero valor que tienen los títulos, bendita crítica.
El comienzo del encuentro rememoraba a los diez primeros minutos de la anterior final. Los de Ferguson achucharon de lo lindo con una táctica de presión calcada a la de hace tres años. Un Alves descentrado en la primera parte, obligó a los centrales realizar un mayor esfuerzo -Mascherano, de diez-. Luego, ocurrió exactamente lo mismo que la otra vez; la avalancha de los de Manchester se amansó una vez reflejado el minuto 10 en el luminoso. Parecía que el Manchester ya había cumplido por el momento, y que le tocaba al Barça imponer su estilo.
Numerosas ocasiones de los locales acabaron por obtener recompensa con el gol de Pedro. Mientras Messi continuaba con su recital de magia, Xavi -autor de la primera asistencia- comenzó a tomar su habitual papel de protagonista en lo que mejor se le da: la manija del balón. Perdí la cuenta de las oportunidades que tuvo `El Guaje´ para marcar el primer tanto del conjunto blaugrana, no por ello hay que menospreciar su gran partido de ayer a pesar de la falta de puntería (eso sí, marcó el gol del cierre). Pero los ingleses, aparentemente apagados, vieron la luz con el gol de Rooney (posición antirreglamentaria de Giggs en el pase de gol) en el último suspiro de la primera mitad. Todo abierto.
No hubo segunda parte. El gol de los ingleses fue una auténtica tapadera. Ningún rechiste ante la actuación de los de Pep en el segundo periodo. Messi sacó su fusil para marcar un gol que todos preveíamos. Fergie tardó en internar al "sacrificado" Nani para provocar un cambio en el juego de los Red Devils. La magistral parábola de Villa cerraría la lata de un partido sin "peros" para el Fútbol Club Barcelona. La cuarta "orejona" llega a la ciudad Condal.
Me llamó la atención la falta de efusividad de los jugadores a la hora de la celebración; parece que de tanto ganar en tan poco tiempo, se les ha olvidado el verdadero valor que tienen los títulos, bendita crítica.