Vamos diciendo adiós a un hecho histórico de los anales del fútbol. Ya sólo nos queda la cuarta parte de una tarta tan golosa que no la hemos podido ni saborear de lo rápido que nos la hemos tragado.
Nos frotábamos las manos cuando aquel sábado de jornada liguera empezaba un recorrido repleto de "Clásicos" que se nos presentaban más que apetecibles. Además, pensar que ese primer encuentro solamente sería un pequeño previo de lo que se nos venía encima, acrecentaba el hambre futbolístico. La prensa lo vaticinaba con anterioridad (como tantas cosas), pero nadie se podía imaginar que los dos grandes de la liga española se pudieran enfrentar hasta en cuatro ocasiones en un mismo mes.
Y se jugó el de liga, y los blancos salieron de Chamartín con la alegría de que los "intratables" no eran del todo intocables. No sin olvidar que en el trofeo de la Liga BBVA ya se iba escribiendo virtualmente el nombre de F.C. Barcelona. El 1-1 era más que positivo para el club blaugrana aunque el jolgorio merengue no lo reflejara así.
Luego llegó la copa,y las buenas sensaciones de los de la capital se hicieron realidad con la adjudicación de la Copa del Rey. El cabezazo de CR7 significaba el fin de la sequía de títulos, y el fin de una racha anómala como era la de Guardiola (vencedor en todas las finales). Lo mejor de todo era que todavía nos quedaba la Champions, las ansias por conseguir la "Décima", y la venganza por parte del Barça en contra de Mourinho por la eliminación del año pasado con el Inter, animaban una eliminatoria que ya de por sí tenía su rivalidad instalada.
Una rivalidad que se disfrazó en forma de circo. El espectáculo comandado por Wolfgang Stark decepcionó por la falta de eso, de espectáculo. En mitad de aquella exhibición, apareció el "Messias", y definió una eliminatoria, que salvo milagro, está sentenciada. Lo de luego ya lo conocemos, el partido sigue en pie pero en vez de un balón y un estadio, el enfrentamiento se disputa en el juzgado y con denuncias. Patético.
Que pena que un hecho de tal calibre tenga un final tan lloroso. Un hecho que seguramente no podremos ni ver nunca, se ha convertido en una auténtica lucha callejera. Es como cuando te comes una bolsa de pipas, y la última te deja con mal sabor de boca.
Esto no es fútbol.
Nos frotábamos las manos cuando aquel sábado de jornada liguera empezaba un recorrido repleto de "Clásicos" que se nos presentaban más que apetecibles. Además, pensar que ese primer encuentro solamente sería un pequeño previo de lo que se nos venía encima, acrecentaba el hambre futbolístico. La prensa lo vaticinaba con anterioridad (como tantas cosas), pero nadie se podía imaginar que los dos grandes de la liga española se pudieran enfrentar hasta en cuatro ocasiones en un mismo mes.
Y se jugó el de liga, y los blancos salieron de Chamartín con la alegría de que los "intratables" no eran del todo intocables. No sin olvidar que en el trofeo de la Liga BBVA ya se iba escribiendo virtualmente el nombre de F.C. Barcelona. El 1-1 era más que positivo para el club blaugrana aunque el jolgorio merengue no lo reflejara así.
Luego llegó la copa,y las buenas sensaciones de los de la capital se hicieron realidad con la adjudicación de la Copa del Rey. El cabezazo de CR7 significaba el fin de la sequía de títulos, y el fin de una racha anómala como era la de Guardiola (vencedor en todas las finales). Lo mejor de todo era que todavía nos quedaba la Champions, las ansias por conseguir la "Décima", y la venganza por parte del Barça en contra de Mourinho por la eliminación del año pasado con el Inter, animaban una eliminatoria que ya de por sí tenía su rivalidad instalada.
Una rivalidad que se disfrazó en forma de circo. El espectáculo comandado por Wolfgang Stark decepcionó por la falta de eso, de espectáculo. En mitad de aquella exhibición, apareció el "Messias", y definió una eliminatoria, que salvo milagro, está sentenciada. Lo de luego ya lo conocemos, el partido sigue en pie pero en vez de un balón y un estadio, el enfrentamiento se disputa en el juzgado y con denuncias. Patético.
Que pena que un hecho de tal calibre tenga un final tan lloroso. Un hecho que seguramente no podremos ni ver nunca, se ha convertido en una auténtica lucha callejera. Es como cuando te comes una bolsa de pipas, y la última te deja con mal sabor de boca.
Esto no es fútbol.